Somport (Huesca)


Comienza la Primavera - Pintada el 28 de Abril de 2003 - Tamaño: 32 x 38 cm.

Había pasado la noche en el albergue en compañía de dos matrimonios catalanes con los que compartí el desayuno y me despedí de ellos con el saludo "Buen Camino" que se haría habitual a lo largo de mi aventura.
El descenso hacia Canfranc en estas fechas, abril de 2003, es rápido y espectacular. Las nieves están remitiendo y aparecen infinidad de cascadas que se precipitan en el valle envuelto en un gran estruendo. El Aragón nace vigoroso con la confluencia en él de las aguas del deshielo primaveral. El camino es una fresca alfombra de hierba poblada de infinidad de flores de los colores más luminosos que puedas imaginarte. Espectáculo difícil de encontrar en cualquier otra época del año.

Villanúa (Huesca)


Llueve llegando a Villanúa: Pintada el 29 de Abril de 2003 - Tamaño: 32 x 38 cm

Primavera del 2003. El Camino Aragonés fue mi primera experiencia en el Camino de Santiago. Había comenzado a caminar después de pernoctar en Canfranc Estación (Huesca), un buen día primaveral, no estaba muy nublado y las dibujadas nubes dejaban entrever un cielo de luminoso azul. El camino, en descenso, transcurre por la margen izquierda del río Aragón entre árboles y arbustos de boj. Si hiciese calor no se notaría caminando por el interior del bosque y distraido por el sonido de las aguas bravas del deshielo haciéndose camino entre las piedras del cauce, pero el cielo se fue tornando nublado de gris plomizo, amenazaba lluvia y me puse hasta contento, iba a estrenar mi flamante poncho rojo geráneo. De inmediato comenzaron a caer las primeras gotas y tuve que darme prisa para ponerme el poncho. La mochila, los bártulos de pintar y el engorroso caballete de pintor impidieron, a pesar de las mil filigranas que realicé, ponérmelo y en un momento me vi empapado hasta los huesos. Si alguien vio la escena tuvo que reírse un rato viéndome revolverme sobre mi mismo sin acertar a colocármelo. Corrí camino abajo y paré para protegerme al pie de un farallón rocoso. Malhumorado monté un tenderete bajo las rocas para secar la ropa y mientras tanto aproveché para, a duras penas, pintar esta acuarela en la que quedaron patentes las huellas de la lluvia.